El pasado sábado 21 de octubre, la presidenta Raquel Naranjo representó a la Federación Andaluza En Primera Persona y a todas las asociaciones que forman parte de nuestro movimiento asociativo, en el XII Congreso de la Asociación Andaluza de Profesionales de Salud Mental. Participó en la mesa «Una Salud Mental más comunitaria, participativa, igualitaria, justa y respetuosa» con la ponencia “Una Salud Mental más respetuosa” que os dejamos a continuación:
Soy Raquel Naranjo y quisiera presentarme como una persona que es parte de un movimiento asociativo En Primera Persona, en la que, a través de un trabajo compartido y un compromiso con otras personas, adquiere habilidades para sí misma y para los demás.
La Federación Andaluza de Asociaciones de Salud Mental En Primera Persona está conformada por las siguientes Asociaciones: ACME (Activa Mente) de Jerez de la Frontera, AMENSA (Asociación Mente Sana) de Motril, SAPAME (Salud Para La Mente) de Granada, MANERAS de Huelva, ADUSMAX (Asociación de Personas Usuarias de la Salud Mental de la Anarquía) de Vélez-Málaga, ALFARALA de Málaga, DIME Sevilla (Diversidad Mental) de Sevilla, TOC HÍSPALIS de Sevilla y VALERIANA de Torre del Mar de Málaga.
Nuestra Federación y por lo tanto nuestras Asociaciones, están siendo subvencionadas por La Consejería de Salud y Consumo de la Junta de Andalucía para el desarrollo del «Programa para el fortalecimiento del movimiento asociativo y el fomento de la participación ciudadana de personas con problemas de Salud Mental». Para abreviar, si estáis interesados en conocer más a fondo el programa de actividades organizadas desde la Federación Andaluza de Asociaciones de Salud Mental En Primera Persona os invitamos a que visitéis nuestra página web.
En esta comunicación voy a plantearos algunas ideas, reflexiones…para compartir con vosotras/os.
Un primer tema que me gustaría plantear es qué creemos necesario, y esperamos que cada vez se haga más, es la colaboración entre los profesionales y los usuarios o personas en tratamiento. Pensamos que esta relación debería ser más compartida, nos gustaría que los servicios de Salud Mental y los profesionales, contaran más con las asociaciones cuando se trata de plantear nuevos recursos, programas asistenciales, no solo una colaboración con los “jefes”, si no en un diálogo más cercano con los profesionales, poder tener reuniones, en sus equipos de trabajo. Poder formar parte de la gestión de los servicios.
Nos parece imprescindible que los profesionales cuenten con nuestra palabra para escuchar nuestras necesidades y capacidades. No se trata solo de un” diálogo abierto” cuando se está en crisis, sino aplicar esta premisa del diálogo abierto para llevar a cabo la tarea asistencial con continuidad, entre las asociaciones y los profesionales.
Como colectivo esperamos y apostamos que pueda ir dándose un cambio en esta relación entre personas expertas por experiencia y profesionales, y, que nuestra experiencia y testimonio puede ser útil para esa transformación. Esperamos compartir con vosotros esta idea y, si no la compartimos del todo, al menos que tengáis en cuenta nuestra visión. Esta perspectiva esperamos que pueda ser la base del trabajo asistencial compartido entre los profesionales de SM y Usuarios.
Otra cuestión que me gustaría plantear es que nosotros partimos de una perspectiva crítica en relación con el concepto de Salud Mental, que está demasiada asociada a una idea de bienestar o la de felicidad. También, parece en general que la Salud Mental solo es algo a perseguir por quienes tienen un diagnóstico y se presupone que las demás personas la tienen de por sí. Para algunas y algunos de nosotras y de nosotros, además, la idea de la Salud Mental tiene que ver más con contar con paz, con equilibrio y tranquilidad.
¿Qué significa para nosotras formar parte del movimiento?
Para algunas y algunos de nosotras y nosotros no estaba siendo suficiente el acompañamiento de nuestros familiares, amistades y del psiquiatra y psicólogo. Empezamos a tener la necesidad de encontrarnos con otras personas que hubieran vivido esta misma situación, para tener apoyo y comprensión, porque pensábamos que ahí nos podríamos entender mucho mejor.
En este espacio hemos encontrado una acogida completamente distinta a la del espacio de la atención psiquiátrica o de las asociaciones de familiares y profesionales. Para algunas de nosotras, el llegar a este lugar tuvo que ver con dejar a un lado la etiqueta diagnóstica, que en un primer momento formaba parte de nuestra identidad. Así, el llegar a la asociación ha impulsado un cambio importante en nuestra autopercepción. En este sentido ha sido un rayito de luz que ha surgido después de habernos atribuido un diagnóstico de muerte.
Si bien el trabajo psicoterapéutico y la atención en los servicios de Salud Mental es necesario, es igualmente relevante, formar parte de una asociación entre iguales. Esta pertenencia nos ha aportado más, porque nos ha permitido evolucionar y hacernos conscientes de cuestiones muy complicadas y difíciles, a la vez que nos hemos brindado alivio en relación.
No cabe duda también que hemos y tenemos beneficio de la atención que recibimos en los servicios de Salud Mental, y de los espacios psicoterapéuticos clínicos que nos ofrecéis, a los cuales hemos asistido. Estas experiencias nos han dado una base para autogestionar nuestros propios espacios grupales entre iguales; donde nos apoyamos de manera horizontal, enfrentamos nuestro sufrimiento y aprendemos a ser más solidarios.
En las asociaciones también se da la existencia de espacios de espejo, donde validamos nuestra propia experiencia a través de la experiencia de los demás. Ello nos impulsa a atrevernos a hacer cosas nuevas. Nos permite ver que hay otras experiencias de recuperación, también a encontrar nuestro propio sitio, a nosotras y a nosotros mismos, a reforzar nuestra autoestima y a vivirnos incluidos socialmente desde el fortalecimiento de nuestra autonomía.
Creemos que estas experiencias espejo nos han llevado a tener una mirada crítica sobre nuestros malestares y experiencias subjetivas, porque nuestras asociaciones En Primera Persona se transforman en espacios en dónde podemos conversar acerca de temas con los que simpatizamos, también con aquellos temas con los que no tanto. Algo que no se da en otros sitios, porque las personas no suelen hablar tan sinceramente como en el movimiento asociativo En Primera Persona. Espacios, aunque donde de entrada se tengan muchas reservas, hablamos desde adentro, lo que se vuelve una excelente oportunidad para aprender y desaprender.
Un resultado importante de nuestro trabajo es que para algunos ha sido posible alejarnos del estigma y del autoestigma. Dejar atrás la etiqueta, el nombre, la enfermedad y no identificarnos con ello plenamente, lo que no quiere decir que no tengamos consciencia de nuestras experiencias. En este sentido, integrarnos en nuestras asociaciones En Primera Persona nos ha hecho legitimar nuestras peculiaridades, convertirlas en legítimas. Entender que todas las personas tenemos un tesorito y un infierno dentro. Nos sentimos legitimadas y legitimados de ser como nos salga y ver a los demás de forma equivalente.
Y pedimos también que esto mismo se nos ofreciese con los profesionales de la Salud Mental. Ya que muchas veces con sus prácticas, nos estigmatizan, al no escucharnos.
Somos conscientes de que se necesita más profesionales, más tiempo, más recursos…pero también ideas nuevas, los tiempos hoy son diferentes y tenemos otras necesidades.
Creemos que al sufrimiento no se le puede poner un parche, sino que debemos trabajarnos. Si desarrollamos habilidades en las cuales sostenernos y gestionamos lo que nos ha pasado, lo digerimos y lo normalizamos, se puede vivir sin un parche. Igualmente, creemos que los medicamentos pueden ser una herramienta, pero no la única útil y necesaria.
Cuestionamos en las asociaciones En Primera Persona que la toma de decisiones referentes a nuestra asistencia en Salud Mental debería de ser acompañada, no necesariamente compartida, porque no tenemos que estar de acuerdo siempre, pero si se nos tendría que tener más en cuenta en nuestras propias decisiones, se trata de nuestra vida, y así no nos restarían autonomía. Consideramos que es competencia de los profesionales de Salud Mental que en la toma de decisiones nos informen, nos den su opinión, pero la decisión no debe ser algo a negociar, o usándola como amenaza en nuestra contra. Pensamos que tenemos que trabajar conjuntamente para llegar a un acuerdo en este tema tan importante, como es la toma de nuestras propias decisiones en el tratamiento ya sea farmacológico o psicoterapéutico.
También pondría en primer plano, qué hacemos con la idea predominante que los problemas de Salud Mental son una cuestión meramente biológica, como cambiamos este paradigma, es una tarea de todas/os y no se hace en dos días.
Otra cuestión que queremos plantear, que nos parece importante es cómo tener en cuenta el género:
Creemos importante que se de validez a aquello que las mujeres pensamos y reflexionamos acerca de nuestros propios malestares. Los profesionales, creemos que tendrían que especializarse en estas cuestiones de género. Y debería desarrollarse en investigaciones en torno por ejemplo de cómo afecta la medicación de forma diferencial a la mujer.
Por ejemplo, explorar cómo el litio afecta de forma diferencial a hombres y mujeres, porque es una sustancia tóxica que puede tener consecuencias particulares para las personas que menstruamos y que tenemos otra composición hormonal. Por lo tanto, los estudios deberían tener en cuenta estas variables para determinar cuáles son estos efectos en nuestros cuerpos.
Así también, se deberían hacer esfuerzos para evitar tener sesgos de género cuando se trata de los malestares que afectan a las mujeres, porque se tiende a pensar que las mujeres somos unas histéricas y exageramos determinada sintomatología, y que, por tanto, no deberíamos gritar, hablar alto o llamar la atención. En todo diagnóstico que incluya estos estados, como hipomanía o en diagnósticos como el de Trastorno Límite de la Personalidad, siempre se va a considerar más patológicos en la mujer que en un hombre. Lo mismo pasa con asumir que la manera de sufrir que tenemos las mujeres se asocia intrínsecamente con el hecho de ser mujeres, por lo que no se le presta mayor atención. Ambas cuestiones deberían cambiarse, modificando estos sesgos.
Y para ir terminando una última reflexión:
Particularmente, en torno a aquellas cuestiones que resultan problemáticas en relación con el diagnóstico psiquiátrico y los psicofármacos, creemos que las líneas de acción son varias. Entre ellas, vemos la necesidad de que por ejemplo en algunas situaciones, se podría en vez de medicación, dar por ejemplo un acompañamiento a las personas cuando se encuentran en situaciones de crisis.
En ese sentido, pensamos que la respuesta a las crisis no deberían ser solo las camisas de fuerza o la contención mecánica/química, o la hospitalización. Tendremos que ir buscando entre todos cómo hacer algunos cambios en Salud Mental en los que la calidad, el cuidado, el buen trato sea lo más importante, y hacerlo juntos/as.
Desconocemos cómo irá a terminar este momento de cambio social que estamos viviendo, no sabemos en qué modelo social va a culminar. Pero por esta misma razón, creemos que el movimiento asociativo En Primera Persona, que en el siglo XXI está surgiendo con más fortaleza internacionalmente, si bien puede no haber sido revolucionario en el pasado, ahora sí que lo es, porque combate precisamente la tendencia al individualismo.